jueves, 19 de agosto de 2010

"Inundaciones, deslizamientos y derrumbes"*

Publicado en el Semanario Claridad en el 2003

Durante las pasadas dos semanas nuestro país ha sufrido los efectos de una fuerte vaguada que ha dejado con su paso gran cantidad de inundaciones, deslizamientos y derrumbes. No es la primera vez que un fenómeno climatológico causa este tipo de estragos en Puerto Rico, y definitivamente, tampoco será la última vez. No existe duda de que históricamente las lluvias causadas por huracanes, tormentas, ondas tropicales y vaguadas, a su paso por nuestras tierras, han provocado el desbordamiento de ríos y quebradas, inundaciones urbanas, deslizamientos de tierras y derrumbes de estructuras. Sin embargo, cada día es más común escuchar a los afectados decir frases como "es la primera vez que esto se inunda" o "esto nunca había pasado aquí".

¿Qué está pasando que en Puerto Rico ahora se inundan zonas que históricamente no padecían de dicha situación? ¿Por qué ocurren deslizamientos y derrumbes en lugares donde han existido comunidades por muchas décadas? ¿Por qué nuestros ríos crecen con más fuerza que nunca y arrasan con las siembras de aquellos que aun utilizan sus tierras para el cultivo de alimentos? La respuesta, mis amigos, no es que las recientes lluvias fueran más fuertes que las de los pasados años. La respuesta correcta es la irresponsabilidad y la negligencia.

¿Quiénes son los irresponsables y negligentes que han causado todas estas inundaciones, deslizamientos y derrumbes? Muchos culpan a las propias víctimas, alegando que ellos mismos han ubicado sus residencias en zonas inundables o en tierras susceptibles a deslizamientos. No hay duda de que eso es cierto en algunos casos, donde ante el problema de falta de vivienda y la falta de conocimientos geológicos, personas invaden terrenos no aptos para el desarrollo de viviendas y construyen allí sus comunidades. Esta situación genera un grave problema, que definitivamente el gobierno tiene que atender y solucionar. Pero, ¿es esa la situación que realmente ha generado tanto desastre en los últimos años? No. Entonces, ¿quiénes son los irresponsables y negligentes?

La lista de los culpables es larga. Comienza con los desarrolladores, constructores y bancos. Continúa con las agencias reglamentadoras como ARPE, Junta de Planificación y Recursos Naturales. Le siguen las autoridades proveedoras de infraestructura como Carreteras y Transportación, Energía Eléctrica y Acueductos y Alcantarillados. Finalmente, la culpa pesa sobre aquellos que tienen la palabra final, como los alcaldes o alcaldesas y gobernadores o gobernadoras de Puerto Rico.

El esquema de "desarrollo" del país, que por décadas ha sentado sus bases en el desparramamiento urbano, a colisionado de frente con su más fuerte contrincante: la Madre Naturaleza. Todos los culpables antes mencionados han intentado hacernos creer, por muchos años, que todos los puertorriqueños podemos tener una vivienda unifamiliar con fácil acceso a todos los servicios de infraestructura, sin importar su localización. Los desarrolladores eliminan bosques, tumban montañas, modifican y canalizan los cuerpos de agua, entre muchas otras cosas, para construir nuestras casitas. Las agencias reglamentadoras proveen los mecanismos para la aprobación de cualquier proyecto y se hacen las ciegas ante los posibles impactos de éstos. Las autoridades infraestructurales proveen en bandeja de plata todo lo necesario para que los desarrolladores puedan dotar sus proyectos de accesibilidad y todas las facilidades que una vivienda contemporánea necesita. Los gobernantes, en fin, ceden sus conciencias y valores ante los intereses económicos y los fondos que necesitan para financiar sus campañas electorales.

La construcción de casas y más casas aumentan la sedimentación de los suelos y elimina los árboles de las cuencas de los ríos. El efecto multiplicador al final del camino es más inundaciones, deslizamientos y derrumbes. La Madre Naturaleza finalmente decide retomar su lugar. Los ríos y quebradas regresan a su lugar de origen y toman por asalto otras zonas a su paso, donde la gran loza no permite que el agua permee al subsuelo. Las montañas que sobrevivieron a los "bulldozers" ahora se vienen abajo sobre las viviendas, como queriendo vengar la muerte de sus hermanas. Los sumideros se tragan lo que han puesto sobre ellos. Las carreteras que dan acceso a las nuevas viviendas son sus mayores víctimas.

Hemos comenzado una guerra en la cual no tenemos probabilidades de vencer. La lección a aprender está clara, ya es hora de cambiar la no-planificación y el desparramamiento urbano por la planificación integral y el desarrollo sustentable.

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